Truman Capote. El arpa de la hierba
Bien hubiera podido decirse que el juez estaba hecho con distintas partes del árbol: su nariz era como una astilla, sus fuertes piernas semejaban dos viejas raíces y sus cejas, ásperas e hirsutas, parecían hechas con trozos de corteza. En las ramas más altas del árbol había un moho plateado que recordaba el color de su pelo cortado con raya en medio. Las anchas hojas que descendían desde un sicomoro vecino de nuestro árbol tenían el color de sus mejillas. Pese a sus ojos astutos como los de un viejo gato, el aspecto general de su rostro era el de una persona tímida y rústica.
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