J.Blessing, K.A.Hoving, R.Rugoff. Hablando con las manos
La mano como prueba
Desde la invención de la fotografía, la imagen fotográfica ha sido utilizada para documentar ciertos fenómenos con el fin de registrarlos y demostrar científicamente su existencia. El reflejo de la realidad – aparentemente pasivo – de la fotografía estimula su uso en este contexto, así como su modo de reproducción mecánico, que parece más veraz y menos sujeto a error humano que otras formas de representación tradicionales como el dibujo.
La capacidad de la fotografía para documentar información se consideró durante mucho tiempo una de sus mayores virtudes. En 1840, William Henry Fox Talbot hizo unos contactos directos de algunos textos manuscritos de Lord Byron, en un intento de proporcionar acceso a las obras auténticas del genio.
En la década de 1870, Eadweard Muybridge inventó un sistema de cámara múltiple para hacer exposiciones rápidas consecutivas, a través del cual intentaba demostrar ciertas hipótesis acerca del movimiento humano y animal. En el siglo XIX, la fotografía se utilizó para documentar diversos aspectos de los cuerpos de los criminales con el fin de demostrar que algunos rasgos fisionómicos pueden predecir comportamientos. Estos y otros muchos proyectos consolidaron la autoridad de la fotografía, una autoridad basada en su preceptible relación con la realidad, y rodearon sus representaciones de un aura de imparcialidad científica
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